Inglaterra, II Guerra Mundial. Sarah Miles (Deborah Kerr) es la aburrida esposa de un funcionario británico. Cuando, durante una fiesta, su marido le presenta al escritor americano Maurice Bendrix (Van Jonson), Sarah no puede evitar sentirse atraída por él. Entre ambos nace un amor apasionado que los lleva a soñar con un futuro común, pero, inexplicablemente, Sarah pone fin a la relación. Con la ayuda de un detective privado (John Mills), Maurice intenta averiguar porqué. (filmaffinity)
COMENTARIO
La película desarrolla un drama romántico, apasionado y tumultuoso, que se enmarca en el escenario de la ciudad de Londres sometida a constantes bombardeos de la Luftwaffe nazi. La novela de Greene contiene referencias autobiográficas, que el film atenúa, pero no elimina. La acción dramática se basa en la interacción de tres líneas de fuerza: los celos, inseguridades y afanes posesivos del amante, la pasión amorosa de la mujer que no quiere romper su matrimonio y los efectos físicos, emocionales y de estrés psicológico, que los bombardeos producen en el pareja y en la población en general. La distancia entre lo que los protagonistas desean y lo que reciben genera insatisfacciones crecientes, que se ven agravadas por el dolor y la rabia que producen las víctimas civiles inocentes de la guerra, los prejuicios sociales sobre los amores extraconyugales vigentes en la sociedad británica del momento, la legislación antidivorcista y los temores a las sospechas del entorno. La evolución psicológica de los personajes se mueve en direcciones divergentes, lo que les aleja y, a la vez, pone en peligro la viabilidad del romance, que puede entrar en crisis si ambos de cierran en si mismos, en contra de lo razonable. La suma de los elementos que generan y desarrollan el drama se mueve en ámbitos relativamente novedosos como conjunto, pese al oscuro juego de escrúpulos religiosos y de dudas de fe que Greene incluye en el relato. El enfrentamiento entre posiciones teistas y antiteistas (no ateas ni agnósticas) da lugar a un breve apunte, que se resuelve con aportaciones superficiales, mejorables.
La música, del gran Benjamin Frankel, ofrece composiciones elocuentes, con melodías románticas ("Tema de Sarah"), melancólicas ("Tema de Maurice") y dramáticas. La fotografía, en B/N, se beneficia de una iluminación eficiente y versátil, que crea contraluces magníficos, claroscuros y planos de iluminación frontal y cenital, que favorecen la creación de imágenes de gran calidad plástica. La cámara acaricia con frecuencia el rostro, sereno y en ocasiones poco expresivo, de Deborah Kerr. El guión, correcto, acusa cierta falta de fluidez y una excesiva acumulación de detalles, cuya supresión hubiera mejorado el ritmo y la coherencia del relato. (Miquel - filmaffinity)
Deborah Kerr, está preciosa y sublime en la interpretación